Quedamos.
Hacía mucho tiempo que no habíamos estado a solas. Es una de las personas que más tiempo hace que conozco, más de cincuenta años. Una de las que más aprecio. Podría definirlo como el hombre tranquilo. Sé de lo que hablo. Le he visto en todo tipo de situaciones y en cómo las resuelve. No digo que no tenga defectos, seguro que tiene unos cuantos, pero no soy capaz de distinguirlos por su aspecto negativo. Al menos, como amigo suyo no me afectan. Supongo que si hablo con su hija seguro que tendría algo que decir a ese respecto.
El subía a pescar y yo a fotografiar. Decidimos compartir.
Poco importaba. Fueron momentos interesantes. Hemos pasado años estudiado juntos, hemos compartido apartamento, vacaciones, momentos hilarantes y otros tristes. Hemos tenido charlas profundas durante horas, nos hemos aburrido y hemos disfrutado de algo que siempre recuerdo: bucear durante horas (a pulmón libre) bajo la lluvia.
Es curioso sentirse bien con aquellas personas que conoces y que respetas. Ellos te conocen y te respetan. Es una calma chicha que reconforta el alma.
Fue algo en esencia gratificante por todo el equipaje (recuerdos y conocimientos) que llevaba el subir juntos (en realidad seguro que para ambos) y pasar unas horas alejados de todo y de todos. En una charla aparentemente inocua en medio de un bosque junto a Engolasters. No es necesario siquiera hablar. Ni expresar con una mirada, ni con un gesto. Sabes que es redundante.
Nada.
Ⓒ Ricardo de la Casa Pérez – Marzo 2021
Puede ver la foto en grande en mi galería de FLICKR
Puede ver la foto en grande en mi galería de 500PX
También puede visitar mi Instagram