Frida Kahlo

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Visitando Lyon descubrí los traboules, una red de pasillos, pasajes y escaleras que conectan multitud de edificios en el casco histórico de Lyon. Esos espacios son aprovechados para que artistas de todo tipo lo usen para exponer sus obras. La guía nos explicaba que era un arte muy temporal, ya que podía desaparecer en cualquier momento a través de los servicios de limpieza del ayuntamiento o de la misma propiedad.

No me sorprendió, en absoluto, encontrarme con retratos de Frida Kahlo. Más de uno. A medida que pasan los años y las décadas, la fama y la influencia de Frida crecen dejando atrás a otros pintores con los que compartió décadas de creatividad. Quiero ser claro: Frida Kahlo ejerce una enorme fascinación. La ejerce sobre mí que incluso empecé a escribir un relato donde ella era uno de los personajes principales.

Es fácil encontrar el alma de Frida  en cualquier lugar, puedes entrar en tiendas donde se celebra su vida y su obra de forma original y exclusiva. Sus problemas vitales la abocaron a una vida de sufrimiento, e influyeron de forma dramática en su obra pictórica basada principalmente en ella misma. Todo ello forjó el mito y la leyenda que sigue creciendo setenta años después de su muerte. Su actitud, recordemos que vivió en la primera mitad del siglo veinte, la convirtió en una resistente contra la supremacía de lo masculino. La transformó en un símbolo del feminismo y en una heroína para generaciones posteriores.

El retrato con el que me tope, navegaba entre lo humorístico y lo provocador. Una bella alegoría de Frida como otros muchos. La diferencia estaba en sus contornos. Una frase escrita en rotulador y una flecha señalando la imagen de la mexicana (recuerden que Kahlo ya exageraba en sus pinturas unas cejas pobladas y un naciente bigotito). Sería interesante ahondar sobre esos detalles, pero este no es el lugar adecuado para ello. Regresemos a la frase escrita y la critica que destila: “Arrêtez de me faire belle, avec vos critères de merde” En castellano: “Parad de hacerme hermosa, con vuestros criterios de mierda”. Supongo que el que escribió la frase, no era el mismo que la pinto en esa pared.

Existen dos Fridas, una sigue siendo ella misma y la otra pertenece al mundo. Ese mundo que la recrea y difunde bajo sus propios parámetros. Usan esa fascinación casi mágica que ejerce en beneficio propio y eso no es, en principio, negativo ni esto es una critica. Solo es una constatación.

La voz que se levanta tras esa frase explicita la queja de algunos. ¡Basta ya de usarme en tu propio beneficio! ¡Crea contenido original y deja de usarme como autopista para tus propios objetivos! Sabemos que un retrato de Kahlo llamará la atención, así que explotarla en beneficio propio dice muy poco sobre tu creatividad y mucho sobre tus ambiciones impúdicas. No solo ocurre en este arte. En los títulos de las novelas, ocurre lo mismo, usando palabras o apellidos de otros autores famosos que generan una respuesta inmediata de reconocimiento en el lector. Algo obsceno.

Me encanta que la critica se ejerza con esa libertad. Que se reproche un uso banal de Frida Kahlo que construyo su arte a través de su propia terrible realidad. Y me seduce los pequeños detalles. El pequeño papel pegado a la pared que menciona a “Le petit Prince” y que te retrotrae a la filosofía que Antoine de Saint-Exupéry expone en su pequeño libro (que todos deberíamos leer al menos una vez). Si reflexionas, se puede encontrar muchos puntos de conexión entre Frida y Antoine. Algo que puede ser bello y enriquecedor a la vez.

Explorar y perderse por los traboules fue increíble, pero descubrir en un pequeño rincón semejante joya fue de lo mejor de visitar Lyon.

 

Ⓒ Ricardo de la Casa Pérez – septiembre 2023

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25 de septiembre

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¡Oh capitán, mi capitán

Oh capitán, mi capitán!
Terminó nuestro espantoso viaje,
El navío ha salvado todos los escollos,
Hemos ganado el codiciado premio,
Ya llegamos a puerto, ya oigo las campanas,
Ya el pueblo acude gozoso,
Los ojos siguen la firme quilla del navío resuelto y audaz,
Mas, ¡oh corazón, corazón, corazón!
¡Oh rojas gotas sangrantes!
Mirad, mi capitán en la cubierta
Yace muerto y frío.

¡Oh capitán, mi capitán!
Levántate y escucha las campanas,
Levántate, para ti flamea la bandera,
Para ti suena el clarín,
Para ti los ramilletes y guirnaldas engalanadas,
Para ti la multitud se agolpa en la playa,
A ti llama la gente del pueblo,
A ti vuelven sus rostros anhelantes,
¡Oh capitán, padre querido!
¡Que tu cabeza descanse en mi brazo!
Esto es sólo un sueño: en la cubierta
Yaces muerto y frío.

Mi capitán no responde,
Sus labios están pálidos e inmóviles,
Mi padre no siente mi brazo, no tiene pulso ni voluntad,
El navío ha anclado sano y salvo;
Nuestro viaje, acabado y concluido,
Del horrible viaje el navío victorioso llega con su trofeo,
¡Exultad, oh playas, y sonad, oh campanas!
Mas yo, con pasos fúnebres,
Recorreré la cubierta donde mi capitán
Yace muerto y frío.

Ⓒ Walt Whitman Poema

Joan Burgues Martisella Imagen

Ⓒ Ricardo de la Casa Pérez – septiembre 2023

Sonría por favor

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Himno a la alegría

Hay hábitos muy saludables para el cuerpo. Está comprobado el bienestar que produce tener animales en casa, no beber alcohol o mantener una actitud positiva en la vida. Cada vez más rehuyo la gente que solo te cuenta desgracias y que siempre, siempre, siempre a tu pregunta de ¿Cómo estás? Te suelta la retahíla de los consabidos problemas, enfermedades, broncas y situaciones embarazosas como si eso fuera el culmen de su vida. No saben darte una alegría ni entienden lo que eso significa. Viven sumergidos en su propio mundo, a oscuras y en silencio. No han aprendido a reír. En definitiva, tienen una actitud negativa y se convierten en gente tóxica para sí mismos y para su entorno.
No quiero bañarme en ese fango. Un cieno que te mancha hasta el alma. No es que no quiera saber, es que apagan mi ánimo y perjudican mi bienestar. Soy muy consciente de la cantidad de desastres, problemas y crueldades que nos rodean. Intento ayudar trasladando una visión positiva de las cosas, pero soy como una balsa en medio de la inmensidad del océano. Cuesta mantenerse a flote y a veces decides que los demás también tienen la obligación de esforzarse por ellos mismos. Puedes quedar exhausto en el intento. Como instructor de submarinismo, tuve que aprender que primero era mantenerme a mi mismo seguro para que pudiera ayudar a los demás con garantías de éxito. Es una lección muy dura de aprender.
Nunca estaré lo suficientemente agradecido a aquellas personas que en mis momentos duros me hicieron reír, me hicieron olvidar esos momentos complicados o dolorosos, aunque solo fuera un rato. Brindándome la oportunidad de recuperarme. A todos ellos los llevaré siempre en el corazón pase lo que pase.
Así que cuando alguien me ofrece una sonrisa lo considero un regalo que va directo al corazón. Esa sonrisa se ofrece de forma desinteresada y es la esencia misma del amor, del deseo de compartir. Un obsequio de valor incalculable.
Sometidos al estrés diario, perdemos la sensibilidad, y dejamos de percibir ese pequeño milagro diario que representa cada una de las sonrisas con las que nos agasajan.
Creo que, como los abrazos, deberíamos de honrar a aquellas personas a las que amamos, con más sonrisas. Sonreír más, abrazar más, regalar más felicidad. Soy de los que creo que en realidad es una inversión y que en realidad nosotros somos los primeros beneficiados, porque la gente nos los devuelve centuplicados.
Así que sonrío, aunque ha veces no tenga ganas, aunque la persona que tengo delante puede que no sea capaz de percibirla en todo su valor. Sonrío porque escojo la parte positiva de la vida, de las personas y porque elijo ser cómplice de mi felicidad y la del resto de los humanos con los que me relaciono.

Ⓒ Ricardo de la Casa Pérez – septiembre 2023

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La promesa

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Los caminos son también promesas de futuro. Destilan aromas que sugieren la emoción de lo inesperado. Brindan la oportunidad de sorprender nuestros sentidos. A una buena parte de la humanidad le encanta sumergirse en esa vorágine de salir a descubrir que hay más allá de esa colina, de ese árbol, de ese recodo. Sentimos un impulso innato por lanzarnos en pos de las posibles aventuras, una intensa promesa que se viste con trajes sofisticados llenos de lazos, tirabuzones y tejidos suaves y brillantes.

Esas promesas no siempre son maravillosas, puede que alguna vez, recorrer esa senda sea doloroso. Puede que descubramos que no nos gusta o experimentemos un rechazo frontal. Quizá las cosas transcurran bien y en algún momento se tuerzan. Explorar tiene algo de inconsciente y de ingrato.
El magnetismo que desprende esa promesa nos puede y estamos dispuestos a sacrificar mucho de nosotros mismos. ¿Cuántos han perdido la vida en esa senda por la que se lanzan? El tema es sopesar si en la balanza de los pros y de los contras, intuir la dirección hacia la que se decanta el resultado. O lo que es lo mismo, saber si los sacrificios que estamos dispuestos a asumir serán compensados por lo que ese camino nos aporte.

No estoy hablando de nada material. Solo riqueza intelectual y emocional. Recuerdos que nos poseerán por el resto de nuestra vida. Cosas intangibles que aportaran sutiles beneficios y que se extenderán más allá de la evocación de lugares y momentos.

Cuando veo carreteras como esta, siempre quiero avanzar. Alcanzar lugares inexplorados, encontrar lugares mágicos, lugares tan sorprendentes que no quiera regresar y en esos momentos me doy cuenta de que no me hace falta. Solo necesito una colina que se interponga, un árbol más que esconda lo que viene a continuación, un recodo más que oculte otra colina u otro árbol. No me hace falta porque en realidad la magia está en mí, la fascinación y la satisfacción viajan conmigo y son parte inherente de mi alma. Viajar ayuda, pero no es necesario. Basta con cerrar los ojos y dejarse llevar por la imaginación.

Y sí, un último detalle importante, un buen libro ayuda para abrir la mente y llegar a lugares inalcanzables a simple vista. Ignotos, recónditos, con olores que nos recuerdan esos momentos gloriosos de nuestra infancia. Solo tenemos que extender nuestra mano, nuestros dedos, pero no de forma lánguida, casi dormidos, sino decididos y tocar ese dedo divino para viajar más allá de las estrellas.

 

Ⓒ Ricardo de la Casa Pérez – Septiembre 2023